Todos somos humanos, y muchos factores impulsan al hombre a abandonar sus proyectos. Podría divagar durante líneas y líneas y excusarnos a mí y a Jose, mi compañero de fatigas cibernéticas. Pero no lo haré. La realidad es que el mayor enemigo de este blog, es, y será la pereza. Intentaremos luchar, intentaremos no caer en el pozo de los crecientes intérvalos entre actualizaciones. Pero estas cosas pasan.
No queremos que nuestros posts decaigan a partir de agosto hasta reaparecer en, vete a saber, navidades. Pero no podemos prometer lo contrario. A quien se digne a leer esta humilde tribuna (¿puede ser que usara estas mismas palabras hace dos veranos?) sólo le pediremos dos cosas: la primera, que no deje de hacerlo; la segunda, un poquitín de comprensión.
Y de comprensión quiero hablar hoy. Y de paciencia. La comprensión y la paciencia nos han acompañado desde junio de 2008, y nos han ayudado a forjar un árduo camino que nos ha llevado a la gloria más absoluta. Al orgasmo colectivo. Al clímax futbolístico. Y debemos mantenerlo.
No podemos permitir que la prontitud y, sobretodo, la magnitud, de las gestiones del incansable Florentino Pérez nos acongoje. No podemos olvidar que estamos a seis de julio y que el mercado de fichajes se cierra el 31 de agosto. El R. Madrid ha movido rápido y caro por pura necesidad. Que ellos fichasen el 10 de junio no nos debe hacer pensar que vamos tarde. La temporada hace una semana que ha empezado, ni siquiera hemos vuelto al trabajo. Debemos tener todos más paciencia.
Hoy en las noticias, hablando, claro está, de la presentación de Cristiano Ronaldo, recordaban la presentación de Thierry Henry... ¡un 25 de julio!. Con ello quiero insistir y recalcar que si David Villa (por mencionar uno de los nombres que suenan con más fuerza estos días) no es blaugrana el seis de julio no pasa nada. Pueden pasar tranquilamente tres semanas. Y no será nada extraordinario. Y no será tarde. No debemos olvidarlo.
No debemos fomentar y aceptar que el Madrid nos fastidie el que debería ser uno de los veranos más tranquilos y ociosos de nuestra vida como seguidores culés. No hace ni mes y medio que ganamos la Champions y completamos el triplete. Gocémoslo un poco más. Todo lo que podamos. Y ellos... que hagan lo que quieran.
Marcel Sanromà
No queremos que nuestros posts decaigan a partir de agosto hasta reaparecer en, vete a saber, navidades. Pero no podemos prometer lo contrario. A quien se digne a leer esta humilde tribuna (¿puede ser que usara estas mismas palabras hace dos veranos?) sólo le pediremos dos cosas: la primera, que no deje de hacerlo; la segunda, un poquitín de comprensión.
Y de comprensión quiero hablar hoy. Y de paciencia. La comprensión y la paciencia nos han acompañado desde junio de 2008, y nos han ayudado a forjar un árduo camino que nos ha llevado a la gloria más absoluta. Al orgasmo colectivo. Al clímax futbolístico. Y debemos mantenerlo.
No podemos permitir que la prontitud y, sobretodo, la magnitud, de las gestiones del incansable Florentino Pérez nos acongoje. No podemos olvidar que estamos a seis de julio y que el mercado de fichajes se cierra el 31 de agosto. El R. Madrid ha movido rápido y caro por pura necesidad. Que ellos fichasen el 10 de junio no nos debe hacer pensar que vamos tarde. La temporada hace una semana que ha empezado, ni siquiera hemos vuelto al trabajo. Debemos tener todos más paciencia.
Hoy en las noticias, hablando, claro está, de la presentación de Cristiano Ronaldo, recordaban la presentación de Thierry Henry... ¡un 25 de julio!. Con ello quiero insistir y recalcar que si David Villa (por mencionar uno de los nombres que suenan con más fuerza estos días) no es blaugrana el seis de julio no pasa nada. Pueden pasar tranquilamente tres semanas. Y no será nada extraordinario. Y no será tarde. No debemos olvidarlo.
No debemos fomentar y aceptar que el Madrid nos fastidie el que debería ser uno de los veranos más tranquilos y ociosos de nuestra vida como seguidores culés. No hace ni mes y medio que ganamos la Champions y completamos el triplete. Gocémoslo un poco más. Todo lo que podamos. Y ellos... que hagan lo que quieran.
Marcel Sanromà
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